Seguidores

martes, 2 de noviembre de 2010

Nombre común

Llegó tu turno, una noche en que no puedo dormir, no por vos, por falta de cansancio, sobra de imágenes, pensamientos…

Es cuando fluye tu historia. Tal vez por miedo a perderla en el tiempo, esta memoria que traiciona cuando le conviene, pero retiene lo intenso, mas ajeno que propio.
Tirás tu bolso y lo pateás. Una, dos veces. Te tildás, convirtiéndote en una especie de ventilador de pie que solo gira su cabeza, apuesto que no ves alrededor, me atrevo a declarar que fusionás pasado con un futuro de tal vez 20 minutos. Un futuro cercano, el que más nervios te genera.
Te miro desde arriba un rato, vuelvo a mi asiento, solo para dejarte ir, de mi mente que ya quería armar esto, pero le di tiempo. Menos mal.
Resulta que mi viaje duró más de 24 hs, con vos 5, podríamos sacar cuentas y concluir que fue menos de un 25 % de mi trayecto. (¿Cómo ando con las cuentas, matemático amigo?)
Pedí permiso para tatuar en letras tu historia, pero hasta ese momento solo me diste una parte, intensa, triste y alegre, llena de incertidumbre. Sin sospechar siquiera que detrás de ese atuendo deportivo hay miles y miles de redes, que te llevan a ser quien sos hoy.
Cada día que chateamos químicamente, me tirás bombas nuevas, que lejos de sorprenderme, me acomodan, me dan bienestar, aunque no lo creas. Será que con cada “confesión” me confirmás terrible frase “sos mi primera amiga de mi nueva vida”. Ocho palabras que impregnaron eso que se llama piel y que vibra con cada gota de vida que compartís, o de no vida.
Vas lanzando dosis intensivas de cuentos tuyos, ajenos, personajes cercanos, pero cada día que pasa hay algo nuevo, y eso me entretiene.
No creo que estés capacitado para diferenciar si te aplasta tu pasado, o tu presente… Tampoco confío en mi criterio para sacar conclusiones de tu cronología, pero dejame inventarla, después me corregís, si algún día lees esto que te dedico.

Juan puede ser tu nombre, común. El primero en meses que me dice que soy normal. Asi que “común” con “normal” combinan tanto que me derrito en mi misma, en mi llanto ajeno, me fusiono en tus últimos meses, desplomándome de costado para escucharte mejor.
No recuerdo a otra persona que me cite frases textuales con autor incluido.
Mezclás palabras sagradas con científicas. Sos un maestro, no solo de matemáticas, un artesano de la vida, que bien o mal te va saliendo, puntada a puntada.
Sufrís las consecuencias de decisiones anteriores, como todos, pero también decidís por los demás. Porque te ponés a reflexionar en el bienestar de los otros cuando HOY es tu momento, el de quedarte quietito y solo dejar que las cosas pasen. Un profesional me dijo que los ambientes se acomodan, date un tiempo, dales tiempo.
Vos me dijiste, el cambio viene de adentro, eso habla de seguridad, de llevar tu nueva vida en tu hábitat, o en la China si se te ocurre. En todos lados vas a ser Juan, cada hora te reconstruís, te reprogramás, y podés salirte, o no, del bello y rosado esquema que trazaste, pero es cuestión de un día a día, minuto a minuto. Y lo sabés.
“No te acordás si te pasó antes, pero sabés que algo te pesa, y no te quedan músculos para sostenerlo”.
Juan, común, charleta, sensible, amante de Selecciones viejas, lector incansable, influenciable, polvorita.
Te dejo mis palabras, leelas, borralas, tiralas al viento. Ya son tuyas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario