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domingo, 29 de agosto de 2010

Solo 7 palabras

“Yo soy mi propio doble de riesgo”, insistió, mientras bebía a sorbos un brebaje hecho con pasta dental y agua, al comienzo espumoso, luego una simple solución celeste mentolada.


No le alcanzó con eso, usó detergente…

En realidad no le alcanzaban varias cosas, pero tenía de sobra otras tantas.

Sus sobras preferidas: historias confusas intermitentes, energía, palabras (a veces), carcajadas, ironía, desorden, sueños, proyectos, trabajos, cremas, necesidad de intimidad, chispa, mal humor, ropa, uñas, tenedores verdes. Sin mencionar juguetitos (actuales y de la infancia), recuerdos, ideas, realidad, cables, bolsas, libros, pasatiempos autoinventados y mil cosas más.

Un pasatiempo, dar profundidad a los temas vistos como superficiales, según la sociedad. Buscarles la vuelta hasta caer rendida en su propia alma suspirando: “todo tiene que ver con todo”.

Otro entretenimiento, invención de teorías, pero éste se complejizaba al tratar de meterlas en las mentes de sus contemporáneos, que solo la miraban, sin siquiera seguirle el hilo. No por absurdas, sino por falta de oídos. Porque hoy todos tienen historias, casi nadie audición.

Su investigación reciente, la diversidad. También la apertura mental. Dejando relegado el tema de los colores y el efecto de los mismos, pero haciendo hincapié en nombres personales.

Y su infusión espumosa se termina, como todo. Su estómago, intacto. Fuerte como una roca de día, frágil y vulnerable de noche.

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