La última vez que miré

Descifrar y aclarar que parte de tu cronología te aplasta hoy es el tema de turno.

Algo te consume, no diferenciás.
Sabés que algo envenena, sentís que se esfuma tu ánimo. Doblada en dos caés, físicamente.
Partida en mil te desmoronás, mentalmente.
Y cada pieza se pierde, desintegra, te da miedo no reconstruirte, en el mismísimo momento que te sentís entera.
Porqué me envuelven estos días, te preguntás.
Para que volvieron esas noches, reclamás a nadie, a la oscuridad, al tic tac de un reloj que no se entera de nada.
La ultima vez que miré… no tenía este mundo.

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Especie de extensión de “la última vez que miré”


Volví a las noches de insomnio, donde 4, 5 es el denominador común. El tiempo anhelado de cierre, apagado, final del día, más bien de una oscuridad con 10 horas de atraso.
Detesto inexplicablemente estos períodos, porque tardo un sol en enderezarme, para que la luna me desmorone, las estrellas me pesen.
Cargo mis soles de tiempos ajenos, vidas prestadas, casas habitadas, cuentos pendientes, ruedas extrañas, para soñar que como mucho a las 0 sea mi final. Pero llega y pasa como si nada, inadvertido reloj que tanto ruido me hace.
No se que me cuesta más, si abrir o cerrar los ojos, lucha constante que se vuelve un mundo, me atasca, me deja como frenada y violenta.
Enchufar, desenchufar, constante jueguito que agota y desencaja mi sonrisa, o lo que queda de..
Piel cansada de tanto día, deshidratada por mucho andar. Manos que producen, ya no saben qué, para quemar el tiempo. Mente filosa, rápida, llena, que gira y no da tregua.
Porqué volvieron esas noches, me pregunto. Para que me envuelven esos días, reclamo a unas agujas que sin pilas ya no suenan, porque no quieren enterarse de nada.