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martes, 11 de mayo de 2010

Cuando nos dimos cuenta que ya no te espero

El último esfuerzo de adivinarme en tus manos...
Fue en vano.
Sólo llenó de sombras un corazón que ya estaba al tope,
vaciando el mismísimo vacío.

El último intento de acurrucarte a mi luz,
las repetidas ganas de tenerte,
el suave aroma a cariño creciente,
todo fue oscuro.

Tus improvisadas apariciones
sin llamada previa,
no me dan tiempo a fortalecerme.

Esa forma casi estudiada de desaparecer
por tiempos indefinidos
(que solo tu alma entiende)
me debilita hasta la agonía,
me desenchufa de la alegría.

Cuando nos dimos cuenta que ya no te espero,
el silencio se esforzó entre tema y tema,
y no quedó otra que una despedida común,
como tantas otras veces.

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